“Podemos librarnos de una neurosis, pero no curarnos de nosotros mismos.”
Sartre

Ribeyro en uno de sus cuentos, replica un aforismo que a la letra dice: “Todos tenemos un doble que vive en las antípodas. Pero encontrarlo es muy difícil porque los dobles tienden siempre a efectuar el movimiento contrario”. Borges en "El Otro" se cruza en una banca con el mismo, pero con ya avanzada edad. Este cruce y separación de una vida cuyo sueño puede configurar los años de quien se te cruce o de los instantes en los que vivas o hayas dejado de vivir ha generado una peculiar anécdota. La misma que, a pesar, de hablar de figuraciones diferentes, no hacen mas que entrever una cíclica circunstancia. Ambos nos cruzaremos nuevamente con otras caras y otras voces. Con las mismas vergüenzas y quien este frente a ti, caminara tu casa como si ya hubiese estado antes y simularas celos que justificaras, por aquellas adivinanzas.
En ambos casos, el sueño podrá variar su significado según la ultima impresión que puedas retener, es decir, puedo ahora solo pensar en los motivos del olvido y ella en cambio de su incorrecto enamoramiento.
Mi antípoda esta ahora en otro país, en el cual me perderé un tiempo. Antes de esta salida hubiese aspirado verte en alguna banca, sin embargo, en nuestra conjugación, mi cobardía imposibilitaba dar un paso a causa de la añoranza, generándome en todo caso, que tus carencias, a lo que se te daba ser, una valentía que asimilabas madurez, luego engreimiento y finalmente absurdidad ayudase a concretar la unión. La finalidad era vernos y volvernos a ver sin conseguir nada y aspirándolo todo.
Hoy pase temprano por donde cruzabas, temprano aclaro, porque tus tardanzas contradecían mis pragmatismos. Por lo mismo, no pude apreciar quizás aquel pantalón suelto, aquella blusa que caía cuadriculadamente en tus caderas, un pelo quizás ya negro, sin tinte. Un rostro sin colores que acentuaba tu nariz y unos ojos claros, unos labios grandes y un beso educado.
Ahora me voy y no es un consuelo.
Mi antípoda esta ahora en otro país, en el cual me perderé un tiempo. Antes de esta salida hubiese aspirado verte en alguna banca, sin embargo, en nuestra conjugación, mi cobardía imposibilitaba dar un paso a causa de la añoranza, generándome en todo caso, que tus carencias, a lo que se te daba ser, una valentía que asimilabas madurez, luego engreimiento y finalmente absurdidad ayudase a concretar la unión. La finalidad era vernos y volvernos a ver sin conseguir nada y aspirándolo todo.
Hoy pase temprano por donde cruzabas, temprano aclaro, porque tus tardanzas contradecían mis pragmatismos. Por lo mismo, no pude apreciar quizás aquel pantalón suelto, aquella blusa que caía cuadriculadamente en tus caderas, un pelo quizás ya negro, sin tinte. Un rostro sin colores que acentuaba tu nariz y unos ojos claros, unos labios grandes y un beso educado.
Ahora me voy y no es un consuelo.