Era un niño muy pecoso. Tenía el pelo muy desordenado (él creía que era el pelo ondulado más hermoso del mundo) y siempre que encontraba a una niña jugando a las muñecas le decía: ¿Puedo ser yo el papa? Y la niña le decía que sí. Que le encantaría que fuese el papa. (Esas respuestas lo volvían un poco enfermo, él pensaba que se lo decían de verdad, uff ya se imaginaba de viejo con aquella niña, con tres o cuatros muñequitos como hijos, saliendo temprano a trabajar y llegando tarde, muy cansado y peleando porque ella no le había preparado su vaso de leche muy caliente (como a él le gustaba). Luego de quedarse parado frente a ella como media hora pensando le dijo: ¿Qué le falta a tu hijo? Dime, se lo puedo dar. La niña le dijo: Creo que nada, él está bien. Se sentó a su lado, saco de su lonchera un pequeño frasco, lo destapo. Cogió una cuchara y comenzó a manchar sus labios.
¿Qué te hechas? Le dijo la niña. Manjar blanco le dijo el niño. ¿Acaso no te gusta el dulce? La niña dijo que sí. Entonces porque no me das un beso. ¡No! ¿Qué dirán nuestros hijos? Ya bueno solo uno pero, que Eleonor no vea ah (Eleonor era la menor de todas sus muñecas). Ya que importa, solo uno. Se besaron, ese beso duro casi una eternidad, la niña no paraba de probar el manjar blanco de sus labios. Pasó un tiempo y la niña le dijo: ¿Se acabó el dulce? Creo que si dijo el niño. Entonces ya no quiero que seas el papa de mis hijos. Puedes regresar de donde viniste, chu, chu, vete. Eres una mala niña y una mala madre, ¿Cómo vas a dejar a esos niños sin padre? Dije. Yo me las arreglare, no sé como pero saldré adelante y luchare por mis retoños (siempre todas las niñas decían lo mismo, como si hubiesen visto películas de madres solteras y sufridas, que trabajaban en máquinas que votaban mucho humo o cosas así).
El pecosito como le decía su mama se fue caminando y dejo a la niña, hablando sola.
¿Qué te hechas? Le dijo la niña. Manjar blanco le dijo el niño. ¿Acaso no te gusta el dulce? La niña dijo que sí. Entonces porque no me das un beso. ¡No! ¿Qué dirán nuestros hijos? Ya bueno solo uno pero, que Eleonor no vea ah (Eleonor era la menor de todas sus muñecas). Ya que importa, solo uno. Se besaron, ese beso duro casi una eternidad, la niña no paraba de probar el manjar blanco de sus labios. Pasó un tiempo y la niña le dijo: ¿Se acabó el dulce? Creo que si dijo el niño. Entonces ya no quiero que seas el papa de mis hijos. Puedes regresar de donde viniste, chu, chu, vete. Eres una mala niña y una mala madre, ¿Cómo vas a dejar a esos niños sin padre? Dije. Yo me las arreglare, no sé como pero saldré adelante y luchare por mis retoños (siempre todas las niñas decían lo mismo, como si hubiesen visto películas de madres solteras y sufridas, que trabajaban en máquinas que votaban mucho humo o cosas así).
El pecosito como le decía su mama se fue caminando y dejo a la niña, hablando sola.
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