Quizás en la madurez, podamos advertir que aunque no aflore el afecto y las ansiedades juveniles no justifique algún sacrificio inmediato, sugiriéramos algún amor tranquilo, que bajo las perspectivas o bajo este invierno, merezcan alguna unión. Una unión por lo que se llego a amar, mas no por lo que se pueda llegar a amar ahora. Toda cúspide tiende a declinar y a veces es mejor mantener ciertos modales y costumbres, porque el dolor y la soledad, aunque se trate de una característica de los seres inteligentes, tienden a aclarar que la necesidad de alguien es estrictamente necesaria y confortante luego de un día cualquiera, que ante las constantes circunstancias, que no buscamos pero con las que nos topamos, viene a ser siempre agradable encontrar un rostro que conozcamos bien, que a pesar de la supuesta carencia de afecto, justifique aquella jornada. Es peor llegar solo por unas tostadas a prender la televisión y revisar las noticias que suceden siempre igual aunque con diferentes personajes. No es de extrañarse, cuando a pesar del pesimismo que pudiera generar la costumbre, recordemos que en el crecimiento del afecto inicial, hubieron también días en los que no sabíamos que decirnos, noches o tardes en los que estábamos simplemente mirando el horizonte, la forma de una piedra o pensando en huir quizás. No es de extrañarse que estas escenas puedan repetirse en la seguridad de un espacio cualquiera, con las mismas personas a quienes ocultamente aun amamos. ¿La seguridad es entonces la simulación de la costumbre? ¿Cruzar ese puente nos generara encontrar a alguien al otro lado? Retomar una relación es en si, bajo estos términos lógicos, aceptable. Nunca es enteramente por amor, si no por lo que suponemos de el, o de lo que halla quedado. Es la búsqueda de una costumbre sobresaliente que nos ayude a sobrellevar la programación de nuestros días. Al fin y al cabo, iniciar algo es repetir algunas circunstancias pasadas, intentar en el olvido alguna novedad que pensáramos no vivida. La suma de cuerpos no engendra ninguna admiración, las personas buscan enamorarse constantemente y fracasan. Algunas cambian y modifican el verso libre y sincero por alguna frase construida y ajena, que intente encerrar alguna idea, alguna verdad que sustente su nueva forma de ser. Lo peor de retomar algún pasado es saberse equivocado, que aunque nadie cambie sea una verdad, pueda esta contrariarse. Es verdad, las cosas no se repetirán y aunque adivinemos los mismos errores y los mismos defectos, el problema es que esperemos encontrar alguna sapiencia en aquellos personajes cuya característica esencial de la ignorancia causaron todo afecto.
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