.... aquello que prohíben los mayores,
una formalidad que niega cualquier sentimiento.
Y nos prohibimos ese afecto publico,
esa libertad sin perjuicios,
ese cariño y esa ternura,
esas inseguridades naturales, ese miedo eterno.
Estableciéndonos reglas de conducta,
formas de andar y tiempos para besar.
Aprovechando horas muertas,
dandonos ratos, acariciandonos a escondidas.
Avergonzandonos, frenando cualquier impulso.
Y asi andamos, ocultandonos.
Una contradiccion fascita.
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