Atrás se quedaron las ausencias de planes,
que escondían un esperado final,
las ganas de gustarnos,
la complicidad y el deseo.
Atrás se quedaron nuestros 24 por 7,
esa cercanía que nos ahorraba el adiós,
ese beso hasta las 11 y esa frase cursi de media noche.
Atrás se quedo el amanecer,
los abrazos que hoy se rompen,
la mano tibia que se esconde,
y regresan las mejillas,
desconociéndonos,
como si el frió borrara lo vivido.
... a falta de besos
y abrazos, ahora
nos abundamos de saludos cordiales y favores,
para programar un tal vez,
un café, un andar o seguirte.
Ando como volado y sentimental, perdone.
Quizás un abrazo ayude,
o hunda mas.
Quizás solo extraño ese espacio breve.
... O como diría Charles Baudelaire,
¿Y donde quisiera vivir?
En cualquier parte,
pero fuera del mundo.
O quizás esa razón de Mussolini al afirmar que todos somos estúpidos,
siendo la gracia solo ser, uno ligero.
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