sábado, 15 de diciembre de 2018
A te
A te che sei l'unica al mondo
L'unica ragione per arrivare fino in fondo
Ad ogni mio respiro
Quando ti guardo
Dopo un giorno pieno di parole
Senza che tu mi dica niente
Tutto si fa chiaro
A te che mi hai trovato
All' angolo coi pugni chiusi
Con le mie spalle contro il muro
Pronto a difendermi
Con gli occhi bassi
Stavo in fila
Con I disillusi
Tu mi hai raccolto come un gatto
E mi hai portato con te
A te io canto una canzone
Perche non ho altro
Niente di meglio da offrirti
Di tutto quello che ho
Prendi il mio tempo
E la magia
Che con un solo salto
Ci fa volare dentro l'aria
Come bollicine
A te che sei
Semplicemente sei
Sostanza dei giorni miei
Sostanza dei giorni miei
A te che sei il mio grande amore
Ed il mio amore grande
A te che hai preso la mia vita
E ne hai fatto molto di pi?
A te che hai dato senso al tempo
Senza misurarlo
A te che sei il mio amore grande
Ed il mio grande amore
A te che io
Ti ho visto piangere nella mia mano
Fragile che potevo ucciderti
Stringendoti un po'
E poi ti ho visto
Con la forza di un aeroplano
Prendere in mano la tua vita
E trascinarla in salvo
A te che mi hai insegnato I sogni
E l'arte dell'avventura
A te che credi nel coraggio
E anche nella paura
A te che sei la miglior cosa
Che mi sia successa
A te che cambi tutti I giorni
E resti sempre la stessa
A te che sei
Semplicemente sei
Sostanza dei giorni miei
Sostanza dei sogni miei
A te che sei
Essenzialmente sei
Sostanza dei sogni miei
Sostanza dei giorni miei
A te che non ti piaci mai
E sei una meraviglia
Le forze della natura si concentrano in te
Che sei una roccia sei una pianta sei un uragano
Sei l'orizzonte che mi accoglie quando mi allontano
A te che sei l'unica amica
Che Io posso avere
L'unico amore che vorrei
Se io non ti avessi con me
A te che hai reso la mia vita
Bella da morire
Che riesci a render la fatica
Un immenso piacere
A te che sei il mio grande amore
Ed il mio amore grande
A te che hai preso la mia vita
E ne hai fatto molto di pi?
A te che hai dato senso al tempo
Senza misurarlo
A te che sei il mio grande amore
Ed il mio amore grande
A te che sei
Semplicemente sei
Sostanza dei giorni miei
Sostanza dei sogni miei
A te che sei
Semplicemente sei
Compagna dei giorni miei
Sostanza dei sogni miei
sábado, 8 de diciembre de 2018
El Futuro

Y sé muy bien que no estarás.
No estarás en la calle, en el murmullo que brota de noche de los postes de alumbrado, ni en el gesto de elegir el menú, ni en la sonrisa que alivia los completos de los subtes, ni en los libros prestados ni en el hasta mañana.
No estarás en mis sueños, en el destino original de mis palabras, ni en una cifra telefónica estarás o en el color de un par de guantes o una blusa.
Me enojaré amor mío, sin que sea por ti, y compraré bombones pero no para ti, me pararé en la esquina a la que no vendrás,
y diré las palabras que se dicen
y comeré las cosas que se comen
y soñaré las cosas que se sueñan
y sé muy bien que no estarás,
ni aquí adentro, la cárcel donde aún te retengo, ni allí fuera, este río de calles y de puentes.
No estarás para nada, no serás ni recuerdo, y cuando piense en ti pensaré un pensamiento que oscuramente trata de acordarse de ti.
JC
viernes, 7 de diciembre de 2018
Mas que inoportuno, inconveniente.
Entonces, ¿qué es estar enamorado? Estar enamorado es percibir lo único que hay en cada persona, eso único que no puede comunicarse salvo por medio de hipérboles o de metáforas.
Borges

¿Entonces existen impulsos feroces y breves de amor que superan el de años, veloces, que suponen toda admiración? Es verdad, solo hay que esperar algo que tenga valor. O en su defecto, inventarlo. Esto ultimo, no es mi caso, pero me han comentado que entre reuniones hay quienes han pactado fechas y razones que justifican ocultar o dar a conocer, lo que podamos llamar un verdadero afecto y lo que puede entenderse como travesura. Cuestiones sin sustancia que no añaden o desmerecen, por su insignificancia alguna tachadura a su recorrido. Sin embargo, considerando que este caso no es el primero, en conjunto, es previsible que a medida que vamos creciendo, lo que consideramos un serio afecto suele darse cada vez en menos tiempo. Antes demorábamos años para darnos un beso, años para imaginarse una historia. Pero es verdad, hay cosas que no merecerán ningún valor, no se ya, con cuantas me he acostado al transcurrir de estos años y a cuantas, alguna vez, les dije sinceramente te quiero.
Entonces es solo un síntoma del avance de los años. Justificando entonces la razón de los mayores, aquella repetida añoranza.
Sin embargo existe aun la excusa de volver a creer, de esperanzarse, de darse alguna oportunidad. Una, cuyas características sean por llamarlas de algún modo, aceptables. La seguridad es un bien hoy en día. La esperanza del largo plazo.
Entonces es solo un síntoma del avance de los años. Justificando entonces la razón de los mayores, aquella repetida añoranza.
Sin embargo existe aun la excusa de volver a creer, de esperanzarse, de darse alguna oportunidad. Una, cuyas características sean por llamarlas de algún modo, aceptables. La seguridad es un bien hoy en día. La esperanza del largo plazo.
jueves, 6 de diciembre de 2018
Cervantes
Qué raro sería si hubiera una moneda,
una moneda perdida entre esas millones de monedas,
que fuera inolvidable.
Borges

Pensaba en tu moneda de Cervantes. Su valor es nimio, alcanzaría para unos caramelos quizás o como propina de colectivo. Pero es circunstancial pensar en lo que pueda hacerse con esa moneda que pensar, o mejor dicho, imaginarse su viaje hacia aquel soporte, ubicado arriba de tu lavadero, situado al otro polo de su corriente circulación. ¿Habrá sido el vuelto de algún cigarrillo? ¿Un residuo de ese anti-estresante que nos hace similares, al que te refugiaste en alguna plaza de Madrid? ¿En qué mano habrá estado antes dicho cobre? Cosa tan insignificante, ha de haber trazado una línea browniana, de Madrid, después de aquel rubio que te llevaste a los labios, hacia tu cuarto durante tu estancia en aquella maestría. Para luego acompañarte hacia Alicante a ver a alguna amiga. O durante tus paseos por Barcelona, donde solo te alcanzaba para pasear en la zona libre del Parque Guell y donde quizás, como todo era caro en esos días, no te sirviera dicha calderilla, cuyo padre del Hidalgo se acurrucaba en uno de los bolsillos que apretaban tus nalgas. Porque has de haber llevado, aun en esos días, vaqueros con bolsillos traseros. Por lo que, ya ambos sabemos, aunque mis apreciaciones no hayan superado aun tus complejos. De alicante, dentro de tu bolso de cuero, que quizás ya estaba contigo desde tiempo atrás y que conozco bien, por sus desgastados pliegues, transitaba refinado personaje, hacia las colinas de Montepagano, ciudad de puertas góticas, de paredes cuadradas, de estilo romántico, frente a un mar inmenso. Te imagino visitando a tu tía, a quien supuestamente cuidaras si todo no resulta como planeamos, sentadas ambas en alguna escalera, conversando y a la vez moviendo las manos, con esa mirada, como observando la nariz de alguien y no sus ojos, resaltando tus pómulos y encorvando los hombros, mientras mi Cervantes descansaba en el cuarto que tuviste durante un periodo cortó. Pudo haberse cedido a algún diezmo de domingo, en la Iglesia de la Anunciación. Pero dudo, por cuestiones de fe cristiana, que ambos cuestionamos, creciera en ti dicha insinuación como ofrenda. Es más, estas construcciones, te parecen, aunque me equivoque, como a mí, unas viejas esculturas, cuya historia y el tiempo las hacen más valiosas y anecdóticas, que su significancia para las corrientes actuales. Entonces retenías la moneda ante su supuesta inutilidad, o simplemente, estaba olvidada y se quedó en tus continentes, como en ciertos lugares has dejado aun, algo de ropa u otras monedas. Te imagino despertando con sonido de liras y caminando por aquella inmensa arquitectura de piedras con arrullos de acordeones, aunque convenga decir mandolines. Te pienso como a un dibujo, con tu sonrisa frente al espejo en cada mañana. Cenando alguna noche, mesa afuera, en alguna trattoria que dé a dos calles, un vino blanco frió o cualquier sabor que se te venga en mente, de esos que intentas traerlos en nuestras contadas cenas. Un sabor que te cuesta encontrar ahora. Luego quizás, entre el ajetreo y apuro, que te acostumbra al armar siempre tus maletas el mismo día que debes partir, cogiste al ingenioso personaje, entre otros ilustres dentro de algún monedero, quizás el verde que usas ahora. Quizás en uno estaría, considerando la localidad, el Hombre de Vitrubio o el Nacimiento de Venus. Algún Coliseo Romano o el que experimentaba con psicotrópicos. Dante. Por ello, mi Cervantes caía en la anécdota más que en el lucro. De regreso ya a Madrid, con el apuro de conectar al vuelo que te llevaría a este País, que no habías primado como parte del convenio de tu MBA, asignada ya a la Embajada. Un febrero quizás llegaste, con pocas cosas. Los vestidos se quedaron en aquel cuarto que compartías en España. Y quizás se quedaron también algunos anhelos, otras monedas de Carlos I o de la Catedral de Santiago de Compostela. Situada ya en esta lata de sardinas, acostumbrabas a reírte del transporte local, perdiéndote entre la falta de respeto vial, entre el “cerquita” y los tintos fríos. Tantas cosas por señalar y corregir. Ya estos cobres, conjuntamente con otros a medida que pasabas tiempo entre Barranco y Miraflores, pudieron cederse a amistades, como quien regala cosas de donde se ha estado, posiblemente este Cervantes era tu tótem, lo que podía determinarte estar en un sueño o no. Esa moneda encima de tu lavadero que vi tiempo después, mientras enjuagaba los platos que habíamos ensuciado. Cuando te pregunte ¿Sabías que el Quijote tenía una segunda parte?
Ahora claro, todo esto es una simple suposición, pudo haber sido una simple moneda de cambio al cruzar cualquier frontera, un trámite necesario para el mercado al que ingresaras. Y aquel soporte, un espacio en donde podría haber estado cualquier otra cosa. O la pequeña con la que compartes piso, que me miro de pies a cabeza, aquella mañana que salía de tu cuarto rumbo a la puerta principal, aquella mujer que ahora ha sabido apreciarme sin tratarme. Este personaje, de la cual compartes cierta semejanza, haya dejado este valorado entre sus extravíos y hayas sido tú, quien respetuosamente se lo pidieras para terminar regalándomela.
miércoles, 5 de diciembre de 2018
Casi
All the things that you promised with your eyes

Mar estrellado y Marte en el cielo oscuro. Ella era Venus entonces, mojándose en esa noche caliente, cuya lejanía proponía un ritual extraño, mover la arena mojada y ver líneas resplandecientes, echarse en ese juego de luces para sentir el reflejo de astros infinitos. Pensando que aquel planeta rojo y lejano era yo o solo era Marte. Solo era Marte. Tan melancólica como una rutina de Baker. Casi Azul.
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