
Mar estrellado y Marte en el cielo oscuro. Ella era Venus entonces, mojándose en esa noche caliente, cuya lejanía proponía un ritual extraño, mover la arena mojada y ver líneas resplandecientes, echarse en ese juego de luces para sentir el reflejo de astros infinitos. Pensando que aquel planeta rojo y lejano era yo o solo era Marte. Solo era Marte. Tan melancólica como una rutina de Baker. Casi Azul.
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