lunes, 11 de febrero de 2019

Almendra

Nota de diario

Un día cualquiera



No sabía que las distancias se incrementarían a tu llegada. Vas creciendo lejos de mi y representarte en esta etapa de vida, indefensa, necesitada e inocente me permite estar de algún modo contigo. Tu madre es una valiente al cuidarte sola y soportar mis periodos cambiantes. Al alejarte de mi y de mis impulsos liberatorios. Crecerás y elegirás inteligentemente mantenerte aun en su pecho. Yo por mi lado, ajeno, siempre ajeno, esperare tu abrazo al final de la noche, tu rostro descansando cerca a mi cuello, como pidiéndome que no me valla. Tu inteligencia en esta parte radica en tu silencio, en tu mirada juzgadora, en tus palmadas y en aquellos gestos que saben criticarme constantemente durante los pocos días de visita que intento aprovechar, sin discutir. Sin embargo, sonríes y vuelves a ser una niña normal, que paradójicamente se inquieta más a mi lado, quien dilata el sueño para que no me aleje en las horas previstas. Aun te recuerdo, en aquellos primeros días de mayo, cuando intentaba calmar tu llanto y pude verme igual de temeroso como estoy ahora, en esta libertad que siempre protejo, pero que solo ha sabido darme infinitas angustias. Prometerme cambiar será un despropósito, un esfuerzo en vano. Por lo pronto me ajusto a las reglas, verte previo aviso anticipado de dos semanas.

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