
La alarma estaba para las 5 antes del mediodía, sin embargo, me encontraba despierto desde muy antes o quizás, solo no podía conciliar el sueño y esperaba ese sonido para poder moverme un poco, apagarlo, levantarme por algo de agua y regresar a echarme contigo un rato más. No era esa la costumbre, ciertamente tus alarmas suelen despertarnos normalmente. Pero esta mañana apresuraba una salida mas temprana. Seguía con las inseguridades de la noche anterior e intente besarte como si no hubiéramos roto ya las ganas y cediste, lo que me disgusto. Lo hicimos cómicamente a mi gusto, tanto así que usaste la palabra “amor” que tanto caricaturizo para preguntar qué estaba pasándome. Indignado pretendí algo de sinceridad, comentando que quizás hubiese sido mejor haber dormido en casa luego de ponernos tan socráticos la noche anterior. Tu posición era válida, era un egoísta y no aceptaba que simplemente no tuvieras ganas. Como si tantas verdades previas no fueran capaces de enfriar cualquier caldera. Y niego tajantemente que esa noche pudo justificarse por el simple hecho de tener sexo contigo. Solo no entendía tus dudas y aunque a veces me seas transparente, tus muecas de aquella noche y de esta mañana solo generaban más dudas. Luego del acto que compensabas a mi engreimiento nos dimos un rápido baño. Tu seguías desnuda en la cama mientras me ocultaba entre mis ropas para salir. Te esquinaste viéndome ir, esa mañana no me cerraste la puerta. Singular ciertamente. Es que no te va lo de espía y a mi menos lo de pensador.
Camino a casa, a tiempo para mudarme de ropa y volar al trabajo. Le envié un texto pidiéndole disculpas por no lavar el vaso de agua que tome temprano y recordándole el desayuno que guarde en el congelador. Era un pretexto claro está, para seguir comunicados, consultando sobre su seriedad antes de irme, comento que intentaba frenar aquella bola de nieve que estaba haciéndose gigante y evitar así, decisiones impulsivas y poco racionales. A lo que solicite, paciencia o falta de culpa, dependiendo de lo que decidiera. Le advertí que la función de hoy era a las 20 horas, que nuevamente no olvidara aquel desayuno y que la esperaba en la entrada del teatro a las 19:30. Continúo, omitiendo mí intento de cambiar el tema, es difícil - dijo, pero intentemos vivir el día a día. Ya te veo diferente, de no ser así, no estaría perdiendo mi tiempo contigo. Lo dijo y la corregí. Seguía inseguro y no tuvo mejor idea que cambiarme el idioma.
Il tuo ego ti rende miope. Insisti nel voler ridere di tutto e tutti e non ti rendi conto che, magari, io quelle cose te le direi sul serio se solo smettessi di beffarti delle persone.
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